domingo, 30 de marzo de 2008

La cena-mitin

- Te voy a organizar una cena-mitin con unos amigos -me anunciaba Montse después de sus vacaciones de Semana Santa-. He estado en casa de unos amigos, me han asado a preguntas sobre UPyD y me he inventado todas las respuestas. Como no les ha parecido suficiente les he dicho que tú se lo explicarías todo -concluía mi amiga con la seguridad de que yo me las sabría componer sin dificultad.
"La hija de mi amiga, Victoria, es una 'fan' del partido -aseguraba Montse por añadidura-. Figúrate que su madre le había prometido regalarle toda la gasolina del año con tal de que votara al PP y Victoria le ha dicho que ni por esas.
La manera en que me lo dice y ese espíritu catalano-tarraconense que le persigue a Montse como si de su sombra se tratara me hace dudar. Si fuera a ella misma a quien se le hiciera semejante propuesta de la compra de su voto ¿no habría ella accedido?
Bromas aparte, es evidente que aceptaría el reto. El hombre y la política se dan la mano, y uno no debe desairar a una amiga ni rechazar un amable debate.
Así que fijamos el día y la hora del encuentro, pero las circunstancias siempre las marca el destino. Algunos minutos antes del encuentro me llamaba Montse.
- Mi padre ha ido al hospital. No creo que tenga que ver con lo de la otra vez. De momento se mantiene todo igual, salvo que te diga lo contrario.
(La "otra vez" fue una operación complicada que su padre resolvió sin aparentes consecuencias).
Pero no hay novedad, por fortuna. Cuando nos dirigimos al restaurante, muy al estilo de lo que recomendaba Dale Carnegie, Montse me pone al corriente de llas características más acusadas de la gente con la que vamos a cenar. Lo hace con unos comentarios directos y certeros. Si fuera una pintura, esta chica mejoraría los cuadros de Manet.
Después de las respectivas presentaciones nos sentamos a cenar. Montse sitúa a Victoria, a mi izquierda y a Lolita, su amiga, a mi derecha. Alberto su cuñado, su hijo Alfonso y la propia Montse completan la reunión.
Lolita y Victoria hablan con profusión, pero no agobian a su interlocutor que siempre tiene la oportunidad de introducir su punto de vista. El episodio de la compra del voto de Victoria no ha dañado la relación entre las 2. Se llevan bien, lo que resulta cómodo para mí: presumiblemente no tendré que asumir la condición de supremo juez dirimente de una contienda materno-filial, que es asunto de consecuencias devastadoras, en especial para uno mismo.
Alberto formula la pregunta incial. La política económica de la izquierda y la derecha no son iguales -dice-. Especialmente en materia fiscal. ¿En qué posición se sitúa UPyD?
Yo prefiero introducir la cuestión previa de lo que significa nuestro proyecto: la integración del las posiciones socialdemócratas y liberales en un partido que pretende el progreso, abierto a todas las capas medias de la sociedad, que son su inmensa mayoría.
Montse se levanta de su silla con un punto de nerviosidad en el ademán. Tiene que ir a una farmacia y a recoger a su padre. Amablemente, su hijo está dispuesto a sustituirla.
La discusión deriva hacia la ley electoral y ahí se advierte la brecha conceptual entre adultos y jóvenes. Alberto cree que no se va a cambiar nunca, mantiene una postura de resignación. "Esto es lo que hay", viene a decir. Pero a Victoria le parece que habría que modificarla.
Aparece en el comedor Almudena, hermana de Montse y mujer de Alberto. Acaba de regresar del hospital de donde trae noticias tranquilizadoras.
El mitin se convierte en un diálogo entre Victoria y yo. Ella me pregunta sobre el aborto y la eutanasia. Le doy mi opinión.
- Ha sido una campaña muy especial -le digo-. Como no había medios lo pagábamos todo a escote y hasta mi coche particular era el que llevaba el material de propaganda y la megafonía. A cambio hemos tenido mucho contacto directo con la gente, lo que no ocurre con los partidos tradicionales -le explico.
A Victoria le hace mucha gracia lo que le he contado acerca del coche.
- Pase lo que pase tenéis que seguir así -me dice.
- Espero que no te defraudemos -le contesto.
Y una tibia noche de Madrid acoge nuestros últimos pasos de la jornada mientras que resuenan en mi oído las palabras de Victoria. No podemos cambiar. Nos lo está demandando toda una juventud que ha empeñado lo más importante que dispone un ser humano, su confianza, en nosotros.

1 comentario:

verónica dijo...

Querido Fernando:
me ha hecho mucha ilusion ver reproducida en unas palabras nuestra interesantísima cena,tengo que darte las gracias porque desde aquel dia me siento mas unida al partido y con mas ganas de llevar a cabo un monton de proyectos, además cada vez creo más en la politica y sobre todo en la de upd(aunque para muchos eso de creer en la politica sea cosa de locos)
He de decir que la confiaza es mutua, los jovenes os queremos y no os defraudaremos!!