viernes, 27 de marzo de 2009

Intercambio de solsticios (8)

Era en la sala de espera de la consultadel doctor Ramón Arregui. Jorge Brassens acababa de enviar un SMS para un amigo de Vic cuando una malhumorada enfermera le avisaba: "el médico me espera", pensó, a la vez que dijo, muy poco antes de pulsar la tecla "enviar":
- Ahora voy.
Estaba cansado. Llegaba la noche anterior de Madrid y, cuando se quitaba la camisa, descubría que la tenía empapada. Le supuraba el pecho y se aplicaba una crema hidratante. Ese fue su error: durante toda la noche la piel expulsó todo el líquido que el producto le había suministrado. Incómodo, no había conciliado apenas el sueño.
Era la tercera ocasión que acudía a esa consulta. En la anterior, el médico había rellenado un papel en el que le indicaba el comjunto de análisis al que debía someterse: al menos había tenido que acudir a 3 diferentes centros, lo cual, dado su reciente traslado a Madrid, se le hacía más complicado aún.
Y esa mañana, aplicaba el agua caliente de la ducha sobre la parte de su cuerpo más afectada por sus problemas dermatológicos. Después de secarse se mareaba debido a una bajada de tensión. A duras penas podía llegar a su dormitorio. Lentamente, sentado en la cama, recuperaba la consciencia.
Aguirre se encontraba sentado en una de las sillas de confidente, concentrado en unos papeles. Brassens se sentaría en la contigua. El doctor advertía la presencia de su paciente, volvía su cabeza hacia él y le dirigía un adusto "hola" a manera de saludo.
Y Jorge Brassens llegaba a la cafetería, donde tenía una cita con un amigo, caminando de forma vacilante. Se apoderaba de un taburete y hablaba con su interlocutor. Entre la camisa y su piel, un papel higiénico plegado absorbía la supuración.
El doctor Arregui se sentaba ahora en su acostumbrado sillón. El raudal de luz que entraba por la ventana cegaba la vista que Jorge Brassens tenía del médico quien ordenaba los comprobantes de los análisis que su paciente le había entregado.
Y después del café, Brassens compraba una pomada específica. Aún aturdido, hacía un par de recados más, antes de llegar a su casa.
- Esto está muy desordenado. Faltan cosas –dijo el médico, aunque no faltaba nada, en realidad-. Hay análisis de hace 3 meses y otros que son de ahora. No creo que puedes jugar con tu enfermedad -decía.
Una vez en su casa, Jorge Brassens se aplicfaba una gran porción de crema. Sentado en una butaca, esperaba a que su piel absorbiera la pomada y su efecto secante.
Arregui hacía caso omiso a las disculpas de Brassens. "Cada vez paso más tiempo en Madrid", le decía este. El médico seguía leyendo los papeles.
Jorge Brassens tenía que entregar unos papeles en una compañía de seguros. Hacía acopio del resto de sus fuerzas para permanecer sobre sus 2 titubeantes piernas.
- Tienes anemia. Debes ir a un especialista. ¿No te han dicho nada?
- Me han dicho que me ibas a recetar algo para la anemia -le contestó Brassens, un tanto amoscado.
- Pierdes sangre. Tienes que ir a un especialista -continuaba imperturbable el doctor Arregui.
- ¿Y no me vas a recetar nada?
- Te voy a recetar hierro -dijo el médico entregándole un papel- Empieza ahora.
- ¿Lo tomo con las comidas? -le preguntaría Jorge Brassens.
- En ayunas -dijo nada más Arregui, que luego permaneció en silencio, dando por terminada la consulta.
- ¿Y el riñón?
- Con eso se está haciendo lo necesario -comunicó adustamente el doctor, un momento antes de levantarse del sillón.
Arregui salía de su despacho antes de Brassens. Una enfermera le esperaba en la puerta para pedirle un consejo. El doctor tenía prisa, de modo que se tuvo que conformar con una respuesta que se parecía a un réspice.
Jorge Brassens se estaba marchando cuando la enfermera de Arregui le pedía$ 50€, por la consulta. Entonces debió explicarle el "modus operandi": se cobra una de cada 2. ¿Es que no lo sabía? "Después de todo, la primera consulta sólo había sido para indicarlr qué análisis debía hacerse. En cuanto a la segunda, mejor no hablar", pensaba Brassens para sus adentros.
Aunque a regañadientes, la enfermera le dejó marchar.
"'House' está haciendo furor entre la clase médica", se dijo Jorge Brassens cuando ganó el confortable espacio de la calle.

2 comentarios:

Sake dijo...

Y en medicina, como en otros campos, ¿no tiene importancia el trato?,acaso no existe la curación, tomando simplemente algo que parece pero no es "Un medicamento". La quimica emocional, acaso no cura. Como los disgustos y el maltrato no paran el corazón, literalmente. Por éso todos tenemos una responsabilidad "médica", con nuestros semejantes. ¿acaso no?.

Antonio Valcárcel dijo...

...No hay enfermedad, sino enfermos. Los placebos curan mientras el enfermo no sepa que es agua lo que le han recetado. Lo peor de todo es lo que vengo observando con los enfermos psíquicos, suelen ser discriminados de los roles sociales y políticos. Un psiquiatra muy televisivo publicó hace unos meses un tratado que desmenuzaba las personalidades de algunos de nuestros políticos más relevantes de panorama actual; muchos de ellos presentaban tipos psicóticos, depresivos distímicos,esquizoides, etc.La sorpresa fue el otro día; cuando llame por teléfono al Congreso de los Diputados y logré hablar acerca de un asunto de mi seguridad personal con el secretario de Rosa Díez, Señor Jerez, cuando una voz de segundo plano pude escuchar que decía: " ese está loco" en alusión a mi persona. Me dolió porque en mi asociación tenemos muchos locos que cuidan sus espaldas: son escoltas con graves problemas emocionales y psiquiátricos que acuden a nuestra asesoría y consulta…Y aquél señor lo dijo en tono despreciativo,si, lo que yo decía era producto de una posible enfermedad psíquica.Los enfermos en general se les debe un respeto, tanto si lo son somáticos ó psicológicos.QUISIERA QUE ROSA DÍEZ INVESTIGASE LO QUE AQUÍ DENUNCIO, DE LO CONTRARIO LO DENUNCIARÉ A LA OPINIÓN PÚBLICA. No es una amenaza es un derecho legítimo que vulneraría principios de los derechos humanos; a recibir igual trato y oportunidades del resto de personas y ciudadanos