martes, 8 de septiembre de 2009

Intercambio de solsticios (32)

Se trataba de un camino que serpenteaba la ladera de un monte y la perspectiva era aún más agotadora: una larga y escarpada escalera se cernía sobre sus ojos, habría que subirla después de bajarla, y lo peor de todo era que sus antiguos compañeros de partido no sabían muy bien adónde iban.
De modo que Jorge Brassens resolvía no continuar con el camino y la compañía. Alguna alma caritativa le alcanzaba un "comic", las páginas esponjadas de tanto manoseadas. Se trataba de una historieta en blanco y negro y decidió entrar en ella y convertirse en uno de sus personajes.
"Ten mucho cuidado", le dijeron. "Es muy posible que te pidan el recibo. Se trata de una especie de salvoconducto que se exige a todo el que pretenda colarse en estas páginas".
"Pero yo no tengo ningún recibo", contestaba Brassens.
"¿De quién es el libro entonces?", le preguntaba esa voz en "off".
"No lo sé. Alguien me la ha dado", repuso Brassens algo perplejo.
"Es lo que pasa siempre", comentaba de manera reflexiva esa voz. "El libro circula de mano en mano y nadie puede demostrar que es suyo".
Sumergido en la historieta, Jorge Brassens se convertía en un perseguido por la justicia, una justicia tocada con casco de "bobby" de los viejos tiempos y que daba constantes silbidos a través de su silbato.
"¡El recibo. Muéstreme el recibo!", gritaba el policía aquel a la vez que hacía sonar su pito.
Uno de los últimos ruidos estridentes se confundía con la alarma del despertador.
Jorge Brassens permaneció aún durante unos minutos tumbado en su cama, intentando deslindar la realidad del sueño.
Pero tenía que atrapar ese nuevo día.

1 comentario:

Sake dijo...

No puedo subir la montaña, en estos momentos me es imposible. Abandono, me refugio en mis pensamientos en mis historias y me alejo poco a poco. Aunque escuche el ruido, mi atención está en otro sitio, hace muchos años. Quizás consiga extraer del pasado profundo algo que me facilite la comprención del presente.