viernes, 30 de abril de 2010

Para el 11 de mayo

Luarna Ediciones tiene el placer de invitarle al acto DIÁLOGOS SOBRE LOS LIBROS DIGITALES
DE FERNANDO MAURA: la novela Diálogos de anochecer y el ensayo Sin perder la dignidad.
Diario de un parlamentario vasco del PP, que tendrá lugar en el Salón de Actos del Ateneo
Científico, Literario y Artístico de Madrid
Fecha y lugar
11 de mayo de 2010 a las 19:30
Salón de Actos del Ateneo de Madrid
Prado, 21
28014 - Madrid
Participantes
Fernando Maura, escritor y político siempre en activo
Carlos Martínez Gorriarán, miembro de la Plataforma Pro, surgida de ¡BASTA YA!, origen de UPyD
Ignacio Merino, escritor y periodista apasionado por los escenarios históricos
Antonio Quirós, Consejero Delegado de LUARNA EDICIONES
Luarna Ediciones es una sociedad con CIF B85605236, inscrita en el Registro Mercantil de Madrid en el Tomo 26.347, Folio 83, Sección 8, Hoja M-474784
Luarna Ediciones
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miércoles, 28 de abril de 2010

¿Está escrito? (15)

Mohamed nos recoge esa tarde en el pabellón de autoridades con algún retraso sobre el horario previsto, que no nos sorprende: es habitual en la RASD un cierto desajuste horario y una habitual modificación de los programas. Pero es que además los cuatro expedicionarios somos conscientes de que ya hemos superado nuestro previsto tiempo de estancia entre ellos y nuestra presencia allí les debe resultar incómoda. En ningún momento, sin embargo, nos lo hacen notar.
Pero el retraso tiene su motivo: vamos a visitar el Museo del Ejército y su tejado, consistente en una lámina de chapa y sujetado por unas gruesas piedras, ha cedido por causa del sirocco.
Nos recibe un hombre uniformado que ya nos había visto en la velada en la que participamos en Bir Leluh. Es un joven documentado, de palabra precisa y afirmaciones rotundas.
Vamos atravesando las diferentes salas del edificio, repletas de documentos oficiales de la historia de este pueblo, donde la presencia española no destaca precisamente por el recuerdo de una administración colonial activa en la defensa de su gente.
- En todo ese tiempo no dejaron ni un solo médico –dice.
Dedica un breve comentario a los vergonzantes acuerdos de Madrid, y concluye con una sonrisa algo malvada y una frase:
- Quizás a causa de ellos ustedes se encuentran hoy aquí.
Nos enseña el funcionamiento de las bombas de racimo anti-personas, cuyo uso está prohibido, pero que infestan los 2.400 kilómetros del muro. Se trata de una esfera, apemas mayor que una pelota de tenis, que contiene múltiples bombas que se esparcen en el momento en que reciben el peso del hombre.
Cada vez que salimos de una sala, el guía apaga cuidadosamente las luces. Pero llega el turno de una enorme explanada. En ella se conservan todo tipo de armas capturadas al ejército marroquí: ametralladoras, fusiles… y sorprende el elevado número de carros de combate –algunos prácticamente nuevos.
Después nos muestra una última sala en la que se contiene una maqueta que reproduce a escala el muro entre los territorios ocupados y los liberados y algunos datos de esa guerra.
Antes de señalarnos el libro de honor del museo, nos observa a Carlos y a mí, y dice:
- Hace unos años, una persona que vestía pantalones vaqueros –yo tengo precisamente puestos unos- y una camisa de cuadros como la suya –le dice a Carlos Rey-, vino como ustedes a los campamentos y se comprometió a luchar por la libertad del pueblo saharaui. Después se olvidaría de nosotros. Se llama Felipe González. Espero que a ustedes no les ocurra lo mismo.
Así que yo escribo en ese libro mi compromiso “irrevocable” con su causa.
Esa noche cenamos en la “jaima” de Mohamed, unos deliciosos pinchos morunos de carne de camello y cus-cus. Le pregunto por las ventajas que supone desde su punto de vista la vida en la tienda. Me pregunto cómo se arregla la vida de intimidad entre los marimonios jóvenes, por ejemplo. Pero Mohamed se defiende aludiendo a los vientos del desierto:
- No me gusta que se me caiga el tejado sobre la cabeza -dice.
- Pero existen otras formas de construir los tejados –le digo.
Nos vamos hacia el aeropuerto. Una larga espera nos aguarda. Pero las noticias no son malas en esta ocasión. El vuelo procedente de Argel se retrasará, pero está previsto que llegue. ¿La hora? “No se sabe”, nos dice el embajador de la RASD en Nigeria. “Aquí nunca se sabe”.
Se abre la facturación. Y a los cacheos y escáneres de nuestro acceso al aeropuerto se unen los formularios y otros cacheos y escáneres adicionales, que se diría no tiene fin.
Charlamos con unos cooperantes andaluces. Uno nos dice:
- Se pueden admitir unos campamentos rn Haití, porque se trata de una situación provisional. ¡Pero 34 años de campamentos no es posible! ¡Ya podrían tirar unos tiritos y arreglar la cosa!
No consigo conciliar el sueño durante el vuelo y dedico ese tiempo imprevisto a analizar el viaje y ubicar mentalidades y personas en el nuevo “puzzle” que se extiende ante mí después de estos intensos días.
A la llegada a Argel hay un nuevo escáner. El funcionario a cargo lee una revista mientras que el aparato pita insistentemente.
Consigo hablar con el hotel que nos remite un microbús.
Hay escáner para nuestras maletas a la llegada al hotel y –con alguna lentitud por parte del recepcionista- obtenemos nuestras habitaciones.
Nieves, Carlos y yo nos citamos sobre las 9,30 en el comedor de desayunos. Estos se sirven hasta las 10. Jesús Prieto deberá tomar un vuelo anterior.
Confortablemente instalado dentro de unas sábanas limpias, son ya las 6 de la mañana cuando apago mi lámpara de mi habitación.

martes, 27 de abril de 2010

¿Está escrito? (14)

Miércoles, 3

Despertamos, nos lavamos de manera sucinta –la ducha del día de ayer justifica por hoy un cierto desapego higiénico- y desayunamos. Babah aparece y se ofrece para lo que sea necesario.
Desde nuestra habitación-dormitorio hablo con Rosa Díez y la tranquilizo. Ella me dice que se pondrá en contacto con Ramón en la sede para que busque un enlace entre Argel yMadrid.
El primer paso es visitar la televisión saharaui. Se trata de un local que dispone de comodidades básicas y de ordenadores que bien pudieran ser catalogados de prehistóricos –carcasas blancas y formatos de aparatos de televisión antigua-. Carlos descubre las conexiones existentes para mañana: un Iberia sobre las 2 de la tarde, un Air Algerie matutino y un Spanair que hace Argel-Barcelona. Se lo decimos a Ramón, este sólo trabajaba con la hipótesis del primero de los vuelos.
Estamos usurpando un espacio que no es el nuestro, de modo que nos dirigimos ahora al Ministerio de Cooperación, donde Babah nos ofrece su despacho: un reducido cubículo con una pequeña mesa de trabajo y una mesa redonda con cuatro sillas, donde nos situamos.
Ramón nos dice que Jesús Prieto viajará en el Air Algerie y que los otros tres tomaremos el vuelo de Iberia. Ahora sólo queda que no exista inconveniente para volar de Tindouf a Argel.
Visitamos una asociación que reivindica a los saharauis que han desaparecido a partir de la guerra con Marruecos. Vemos las fotografías de las torturas sobre adultos y niños. Hay una sensación de tristeza general que nuestra prolongada presencia en el Sahara –con toda la desorganización que ello representa respecto de nuestros huéspedes- acentúa sobre nosotros.
Comemos nuevamente en el pabellón de autoridades, con Salek Babah como anfitrión. En la sala de televisión nos encontramos con el Ministro de Desarrollo, que viste su “darrá” azul y un ayudante de su departamento.
Hay una despedida afectuosa de Babah antes de que la siesta establezca un paréntesis de descanso. La noche será larga y dudoso el sueño que nos pueda proporcionar.

lunes, 26 de abril de 2010

¿Está escrito? (13)

Cerca ya de las 2 de la tarde llegamos al pabellón de autoridades en Raguni, que el gobierno de la RASD tiene junto a los campamentos. La habitación que nos ofrecen, amplia, cama más que espaciosa y… ¡un cuarto de baño con bañera, ducha y lavabo!, ha sido ocupada antes por el Lehendakari Ibarretexe y por Leire Pajín –en momentos sucesivos, se entiende-. Tuerzo el gesto de manera irónica ante la mención de semejantes prohombres y alguien me indica que para Jesús Prieto y para mí hay otra habitación.
La comida no espera y nos sentamos ante una mesa repleta de víveres de los que damos buena cuenta. Y después llega la ducha, que deja el suelo de la misma literalmente embarrado. Y una siesta que dura pasada una hora, aunque bien pudiera haber acontecido durante más tiempo.
En el salón del pabellón hay una televisión en la que podemos seguir las noticias de España en el canal de 24 horas. Todo sigue igual: el paro sube, el déficit también y los partidos políticos… a lo suyo, que no es lo de todos precisamente. Como se trata del último día, un particularmente más relajado Salek Babáh advierte que España se está desintegrando. Su conclusión no puede ser más similar a la nuestra.
Mohamed nos acompaña a la Willaya el Aaiun, donde podemos visitar las tiendas y comprar algún recuerdo de nuestra estancia en el Sahara. Aquí no ocurre como en cualquier otro mercado de una ciudad árabe: nadie regatea, no existe un ánimo especial de hacer negocio. Si algo te gusta, lo coges y lo pagas.
Hay un té final que compartimos con el conductor y con Mohamed en un bar de la willaya. Estaba claro: no podemos pagar.
La cena es de despedida. A su conclusión tomamos el último té de nuestra estancia. Salek Bobih nos pide que le demos nuestra impresión respecto de nuestro viaje y las recomendaciones que tengamos a bien formularles. Está claro que no lo dice por cumplir con una regla de educación. Este viaje nos ha estrechado de tal manera que nuestra amistad y nuestra proximidad con su causa permanecerá siempre.
Jesús Prieto, Carlos y yo nos deshacemos en elogios y agradecimientos respecto de la acogida que nos han dispensado y les pedimos que hagan algo más: “Tenéis que mostrar más las garras”, les digo. Mis compañeros desgranan sus ideas sobre el turismo, selecciones de fútbol, anuncios en el desierto…
El abrazo de despedida es caluroso. “Amigo, hermano”… son palabras que se repiten, palabras que surgen de lo más profundo de nuestros corazones.
La comitiva parte hacia el aeropuerto. Nuestro avezado conductor avanza con más lentitud sobre el asfalto que por las arenas del desierto. A nuestra llegada, advertimos a un grupo de personas que sube a un coche con maletas. Mohamed se dirige al interior. “Se ha suspendido el vuelo”, explica. El avión no ha aterrizado a causa del sirocco. Mañana, también de madrugada, lo intentará de nuevo.
Carlos y Nieves musitan sus problemas laborales de regreso al campamento 27 de febrero, donde nos aguarda una noche más. El ambiente de nuestro regreso es de fatiga y tristeza. Seguimos dando la lata a nuestros amigos y aún no sabemos si habrá conexión para regresar a Madrid. En todo caso, nada se podrá hacer hasta mañana.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Está escrito? (12)

(12) Martes, 2

Esa mañana, el día se abre ante nosotros con una belleza difícil de describir. El sol se abre entre unas nubes rasgadas que pasan del gris al rojo en una continuidad de tonos intermedios que dibujan en el cielo la paleta imposible de un pintor abstracto.
El viento es molesto ya cuando nos acercamos a los coches antes de salir de ruta. “Va a soplar el sirocco”, nos anuncia Babah y nadie sabe muy bien si eso puede llegar a ser peligroso.
Va a ser un día largo, de modo que el desayuno es sustancioso, y los huevos ocupan un lugar en las fuentes que se nos ofrecen.
Hoy nos acercaremos al muro. Se lo había pedido al Ministro de Defensa y el cumplimiento de esa petición nos oblga a desviarnos en nuestro camino de regreso a los campamentos, punto final de nuestro viaje, porque esta madrugada regresaremos a Argel y mañana por la tarde llegaremos a Madrid.
Cabeceamos durante el viaje en un sueño más que complicado. Carlos Rey parece conseguirlo y Nieves se muestra abotargada durante toda la primera parte del camino: el descubrimiento de un rebaño de camellos la despierta, así como también su afán por captar las instantáneas de esos cuadrúpedos. Nieves siente un cariño especial por los animales.
Pero el camino es largo y el viento nos mete la arena hasta disfrazarnos de desierto la cara, el pelo, la ropa… a poco que salimos de los coches.
Los vehículos paran en un control del ejército saharaui, junto a un pozo construido con fondos de la ayuda exterior. Son hombres mayores –viejos, quizás- que se diría no son capaces de disuadir a ningún enemigo.
A una distancia apreciable paramos y Babah nos muestra el muro: esa frontera de alambre de espino, protegida por minas anti-persona y anti-tanque y servida por 180.000 soldados marroquíes. El guía del museo del ejército nos contará mañana que el coste estimado de ese muro que divide a los saharauis y les corta sus libertades cuesta la pavorosa cifra de 4,000.000 de dólares al día.
Apenas –como si fuera una mosca, dice Nieves- se advierte la figura de un soldado marroquí. No se parece este muro, desde luego, al que separa Palestina de Israel. No hay cemento, pero hay una separación efectiva e igualmente traumática: en el punto en que nos encontramos hubo hace apenas unos meses una manifestación, algunos jóvenes desafiaron las instrucciones de contención del Polisario y se dirigieron hacia el muro, pisaron -¡ay!- las minas colocadas por el Reino de Marruecos y hoy sufren las consecuencias de esa acción. Esa juventud que desborda las previsiones de paciencia de la mayoría de sus dirigentes, esa juventud que un día puede empezar a plantear la guerra por su cuenta, como nos decía el Ministro Bujali.
El sirocco complica el acostumbrado refrigerio que nuestros amigos saharauis nos ofrecen a media mañana. No hay té, por lo tanto, y nos conformamos con un refresco que tiene la temperatura del día.

martes, 20 de abril de 2010

Balance a los 3 meses de la presidencia española de la UE

Objetivos declarados de la presidencia española:

1) Fomento de la “gobernanza” económica en el plano comunitario.
Se trata de una idea francesa rescatada por Zapatero y su Secretaría de Estado.
Tan pronto como esta se acometía se encontraba con la respuesta alemana que objetaba a España que no era aceptable que un país que tenía que gestionar una situación económica tan complicada como la que padecemos diera lecciones a otros miembros de la Unión. Este “desencuentro” produjo otro entre Zapatero y López Garrido, ya que el primero reprochaba al segundo no haber pulsado suficientemente antes la previsible respuesta alemana.
A partir de aquí, el “dossier” sobre la “gobernanza” no ha avanzado un ápice y la protagonista en la escena europea ha sido la Sra. Merkel.
Por otro lado, el nuevo Presidente permanente de la Unión, Van Rumpuy, ha eclipasado también al presidente rotatorio español, por ejemplo con la convocatoria del Consejo extraordinario de la Unión en el mes de febrero sin contar para ello con Zapatero.
La crisis griega ha puesto en evidencia el citado liderazgo alemán que ha impuesto sus tesis casi al 90% -recurso al FMI, rescate limitado y no generalizable…
Por otro lado, España intentaba que Alemania incrementara su consumo interno de manera que eso sirviera de locomotora a la recuperación económica europea –y española-. Pero Alemania ha dicho que “nein” y que todos los países deben aplicar políticas de rigor macroeconómico.

2) El objetivo del control de los “hedge founds” se ha tropezado también. En este caso por parte de Gordon Brown con las elecciones británicas en el horizonte. Lo único que es posible es una reglamentación más transparente de los mismos que tendría lugar en el mes de junio. España ha debido aparcar una reforma en profundidad de estos activos financieros.

3) En cuanto a la agenda trasatlántica –relaciones UE-EEUU- el documento de la Secretaría de Estado española no ha resultado sugerente para los americanos y Obama no ha venido a hacerse la foto con Zapatero. La conclusión ha sido otro fiasco para la presidencia española y otro desencuentro entre el presidente español y su secretario de Estado.

4) La presidencia española ha desaparecido en cuanto a las relaciones con Rusia. En concreto, en la cumbre prevista entre UE y Rusia en el mes de mayo próximo no estará Zapatero.

(Se puede señalar que un importante buque a construir por Navantia para Rusia lo harán astilleros franceses).

5) España se había comprometido ante los Castro a que la UE modificara la “posición común” de la Unión respecto de Cuba. El fracaso de la política española al respecto se ha puesto en evidencia con la votación en el Parlamento Europeo, en la que los eurodiputados socialistas españoles se vieron forzados a votar en contra de la posición oficial del Ministerio.

6) En cuanto a Oriente Próximo, ni siquiera Moratinos ha sido invitado a visitar la zona en compañía de la Alta Representante Ashton.

7) No se ha llegado al hazmerreír total, porque la sra. Ashton pretendió pasar el expediente China-Tibet al Ministro español, que en este caso optaría –sabiamente- por no gestionarlo.

Como conclusión: La imagen de esta presidencia en su ecuador es el tercer atril que los funcionarios europeos debieron colocar para el presidente español a toda prisa junto a los de Van Rumpuy y Durao Barroso. A decir de algún experto consultado para la elaboración de este papel: “Zapatero ni está, ni se le espera”.

Madrid, abril de 2010

lunes, 19 de abril de 2010

¿Está escrito? (11)

Después de visitar –a la carrera- una exposición de arte, una demostración que se celebra con alguna regularidad en el poblado y que recibe el nombre de “Art Tifariti”, volvemos a los 4x4, esta vez por poco tiempo.
Nos detenemos junto a una “jaima”, donde un grupo de personas espera el inicio de una explicación por parte de “Land Mine Action” en que habrá una parte teórica y otra práctica respecto del plan de desactivación de minas realizado por la mencionada organización. Marruecos ha sembrado la zona colindante al muro que a lo largo de 2.400 kilómetros ha construido en la zona liberada por los saharauis. Se produce una explicación teórica en la que estamos, pero no asistiremos a la lección práctica.
Antes de entrar nos saludan –es un decir- los miembros de la Minurso presentes en el acto. Sólo el que asegura ser argentino –su acento lo delata- formula alguna palabra. Después abriremos un breve comentario sobre la causa de ese laconismo: ¿ausencia de educación, exceso de política?
Javier Perote me contará en Madrid que esa gente es responsable de buena parte del deterioro que se viene produciendo en algunas de las más significativas riquezas naturales del Sahara, como la que se refiere al arte rupestre que luego tendremos la oportunidad de conocer.
Volvemos a los coches, esta vez para una larga travesía que nos conducirá hasta una rara maravilla: una cueva rupestre ubicada en un grupo montañoso en el pie del desierto, una especie de balcón natural en una zona apenas protegida por un soldado del ejército saharaui. Nuestros interlocutores, los dos Ministros, tampoco la conocían. Es algo nunca visto, el pintor rupestre decoraría el techo con los trazos de los animales que cazarían y que son perfectamente perceptibles. La vista que se domina desde ese alto: la inmensidad del desierto es también conmovedora por lo impresionante.
Junto a los coches se improvisa un té con galletas. Y el comentario se produce sobre la posibilidad de explotación turística de estos parajes. Nieves arguye que existen retretes desmontables y Babah comenta que el sistema de “evacuación” es motivo de preocupación común de todos los visitantes. Carlos abunda en el asunto de los viajes a esa zona y les ofrece alguna sugerencia al respecto. Yo digo:
- No sé si habéis hecho muy bien al firmar el convenio con nosotros: Rosa os va a sublevar a las mujeres y Carlos os va a montar todo tipo de negocios. Va a haber, desde luego que sí, un antes y un después de nuestra visita.
Subimos a los coches y nos acercamos a una zona donde se sitúan unas tumbas. Mientras que nos damos un paseo, Bobih y el conductor hacen su oración de la tarde.
El grupo se divide. Los Ministros se van de caza –conejos- y el resto volvemos a Tifariti. En ese trayecto –ya se ha hecho de noche- descubrimos la excelente pericia de nuestro conductor, que se orienta con rara facilidad en esa inmensidad oscura que es el desierto por la noche.
Dormiremos en una construcción cercana al lugar en el que hemos comido esa tarde. A la espera del regreso de nuestros anfitriones, comentamos las experiencias del día.
Para cenar hay conejo, en efecto. Tres tiros, tres conejos. Tiene la carne dura pero muy sabrosa.
Bobih quiere conocer nuestra impresión respecto del desarrollo autonómico. Carlos Rey y yo les repetimos las tesis de nuestro partido respecto de un Estado de las Autonomías que en la práctica se ha convertido en un obstáculo para la igualdad y solidaridad entre los españoles. Los Ministros nos escuchan en silencio.
Volvemos a nuestro dormitorio. El día ha sido largo y mañana deberemos despertarnos muy temprano –a las cinco de la mañana, hora saharaui, o seis, hora argelina-. Ya no hay luz, así que a las dificultades propias del lugar hay que unir la necesaria manipulación de linternas. Babah me ha dejado una y Carlos Rey dispone de otra.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿Está escrito? (10)

En todo caso, nuestro viaje a Tifariti reproduce –salvadas las distancias temporales- el que hicimos en la mañana anterior. El sabor de la palabra verdadera, que se degusta tan raras veces en política, me acompaña durante el trayecto.
Babah se refiere a su convicción de que Al Qaeda es responsable del secuestro de los tres cooperantes españoles. Su compañero en el gobierno lo corroborará más tarde. A mi regreso a España me entero de que uno de los secuestradores es de origen saharaui, lo cual hago constar sin perjuicio de que esta circunstancia nada tiene que ver con su causa, también hay terroristas vascos y cualquiera conoce que son una inmensa minoría respecto del conjunto de la ciudadanía en mi comunidad autónoma originaria.
Tifariti es el terreno propio del Ministro Bobih, que nos espera vestido de su impecable “derrá” azul. Bobih es un hombre de prestancia: su estatura y robustez llaman la atención, su andar pausado y su palabra tranquila lo convierten en un político pegado a su propia piel. Invierte su tiempo en contestar a nuestras observaciones. Y cuando le contamos que hemos tenido la oportunidad de charlar por espacio de una hora con el Ministro de Defensa, contesta:
- Si fuera por él, estaríamos ahora pegando tiros.
Y su compañero de gabinete Salek Babáh asiente.
Son dos los conceptos que parecen excluyentes en la política saharaui: la diplomacia y las acciones que pudieran resultar más expeditivas, pero se trata más bien de posiciones previas, nadie excluye una ni la otra, todos son resistentes, unos de las armas, otros de la palabra. Bujali está en el segundo de los niveles, nuestros anfitriones en el primero.
La conversación vuelve a plantear el papel de la juventud en el Polisario y en el Gobierno de la RASD. ¿Existe una distancia entre ambos? Nuestros amigos no son demasiado explícitos al respecto, pero a mi regreso a Madrid, Javier Perote me cuenta que la mayoría del gobierno es “vieja guardia”.
Se ve en Tifariti la mano del acomodado urbanismo español, y es que es la Comunidad valenciana la que se encuentra detrás de esos bonitos chalés adosados que dan cara y espalda a la arena del desierto, muy cerca de donde antaño estuvo un puesto militar español y que fuera bombardeado por el ejército marroquí –podemos observar vestigios de ambas situaciones-. Una pequeña superficie se reserva en la parte delantera de las construcciones adosadas: ¿para jardín? Ni soñarlo, se trata de atraer a las poblaciones nómadas que no se sustraen a realizar buena parte de su vida en una “jaima”.
El gobierno de la RASD ha tomado la decisión de hacer visible su política de acción en territorios liberados, por eso es importante la apenas esbozada política de urbanismo en esa parte de su geografía y por eso Salek Bobih no es desde luego una anécdota en la estructura política de la República. Está todo por hacer, desde luego, pero lo están haciendo.
Comemos ante la presencia de un aparato de televisión que reproduce las imágenes de un canal árabe, y en la improvisación obligada –a la que ya estamos acostumbrados a esas alturas- no parece que hoy tengamos derecho al descanso después de la comida. Algunas actividades nos esperan a primera hora de la tarde.

martes, 13 de abril de 2010

¿Está escrito? (9)

(9) Lunes, 1

En el desayuno de esta mañana vuelven –para nuestra fortuna- a hacer acto de presencia los quesitos en porciones.
Nos ponemos en marcha. La primera estación tiene parada en el cuartel general que alberga al Ministro de Defensa, a decir de Carlos Rey uno de los duros –halcones, en esa división que crearon los angllosajones y que después ha hecho fortuna- del gobierno saharaui.
Mohamed Imin Buhali viste uniforme de campaña y de su cintura no cuelga ni siquiera una cartuchera, menos aún lleva ningún arma. Es curioso que ninguno de los soldados del ejército saharaui –al menos de los que hemos visto- lo hace.
El Ministro de Defensa es un hombre alto y distinguido. Frisa los sesenta años, aunque la edad de los saharauis no siempre se corresponde con el aspecto, pero está bien conservado.
Nos conduce a una sala de reuniones que está preparada a la usanza de lo que ya hemos conocido, pero el asiento corrido ha sido sustituido esta vez por unos sillones. Buhali me sienta a su derecha y habla con palabras cortas pero precisas. Babáh nos traduce.
Nos sirven un té y el Ministro de Defensa agradece nuestra visita. Ya tiene noticia del “convenio” que hemos suscrito entre UPyD y el Polisario. Continúa diciendo que él era partidario de no impulsar el alto el fuego, cuando este se produjo, en 1.991, sino de continuar el combate a la vez que se seguía negociando. Se refiere a que la gente joven ya empieza a pedir algo más que la mera prosecución de las negociaciones diplomáticas y nos cuenta que, en la velada de ayer, hubo una intervención de un joven soldado que fue especialmente vitoreado por los asistentes y que llamaba abiertamente al combate –de la misma ya advertí mi extrañeza en la crónica relativa al día de ayer-. Buhali sabe que no pueden perder a la juventud y que le preocupa esa posibilidad.
La franqueza del Ministro corresponde a la habitual en un hombre de armas. Y yo se la agradezco. Le digo que para mí existe un antes y un después en nuestro viaje. Antes de emprenderlo apoyábamos la causa saharaui, ahora además somos sus hermanos. Le recuerdo la promesa de Rosa en el acto de firma del comunicado conjunto y le pido que cuantifique el plazo de tiempo que se da a sí mismo para que las negociaciones diplomáticas progresen.
- El próximo Congreso del Polisario –responde el Ministro con la misma rotundidad que en su primera intervención-: dentro de dos años.
Le pregunto que si es posible que conozcamos el “muro” –a lo que él contesta afirmativamente- y le digo que esperamos además obtener representación para nuestro partido en las próximas elecciones autonómicas y que desde ella impulsaremos el apoyo a los presupuestos de cooperación con la RASD. Además le recuerdo el compromiso de Rosa Díez para el caso de que nuestros votos sean precisos en la formación de futuros gobiernos nacionales. Bujali cree que es todo eso lo que podemos hacer.
Nos despedimos con un “sucram” –gracias- y “Sahara hurra” y salimos del cuartel con la sensación de haber escuchado algo que tiene mucho calado. La opinión del Ministro se corresponde con el comentario que hacíamos Carlos Rey y yo mismo cuando conocíamos hace apenas un año la excitación de los jóvenes que se manifestaban cerca del muro que separa a los territorios ocupados de los liberados y de las heridas que les infligieron las minas anti-persona puestas por los marroquíes.
Le decimos a Babah que la posición de Argelia es básica a la hora de formular cualquier tipo de planteamiento que trascienda el ámbito de la negociación diplomática. El Ministro de Cooperación asiente, sin agregar reflexión alguna por su parte.
Días después, en Madrid, el embajador de Argelia me confirmará que ellos tienen la misma preocupación y que les dicen a los dirigentes del Polisario que “deben controlar la situación”.
Ya en los coches con destino a Tifariti comentamos la posibilidad de un encuentro entre la juventud radicalizada y las tesis de Al Qaeda, un acaso que aún no se contempla en el horizonte inmediato, pero que no resulta “a priori” desdeñable.
¿Camina el Sahara hacia un polvorín?

lunes, 12 de abril de 2010

¿Está escrito? (8)

Nuestro alojamiento para esta tarde-noche es muy similar al que nos acogía las pasadas veladas: una gran habitación con asiento corrido flanqueando sus límites, almohadones y -en este caso- una mesita en el centro.
Apenas soltamos las bolsas de viaje cuando Bobih nos pide que nos sentemos a comer. La carne de cordero es dura para los cubiertos de plástico que nos ofrecen, pero lo primero que se rompe el el tenedor, de modo que apenas puedo recoger un par de granos de arroz. Pido otro hay algún compañero que se suma a la gestión. El mismo Ministro se levanta para recoger los cubiertos con los que acometo el almuerzo.
Carlos Rey observa que hay siempre mucha comida en la mesa. Y tampoco nuestros anfitriones se preocupan demasiado si no tomamos todo lo que se nos presenta. Bobih le contesta que es costumbre saharaui. “Si no puedes ofrecer muchos alimentos a tus huéspedes, es mejor que no los invites”, dice.
También hablamos de la tortilla española –siempre presente en los menús-, una herencia de la colonización española, según nos confirman.
Nos referimos a la promesa formulada por Rosa y nuestros anfitriones cabecean afirmativamente. ¿Pensarán que las palabras de nuestro partido se las llevará el viento como las de otros, como las de Felipe González, por ejemplo, según nos recordarían e miércoles siguiente?
Concluido el almuerzo nos retiramos a descansar. Me quedo profundamente dormido, lo mismo que mis compañeros. Y nos despertamos cuando una señora saharaui entra para prepararnos el té.
Los lavabos en Bir Lehlu se encuentran a alguna distancia del nuestro dormitorio y el olor no es precisamente agradable. Carlos, que después deberá utilizar uno de los que usan nuestros amigos nos dirá que ese sí que echaba para atrás.
Pasamos la tarde vagueando en torno al campamento. Salek Babáh nos dirá lo que luego repetirá en una especie de “ritornello” permanente:
- Podéis ir adonde queráis. Con tal de que no os perdáis.
¿Qué puede significar perderse en el desierto?, me pregunto. Y a mi regreso a Madrid, ese hombre bueno que comparte al 150% la causa saharaui y que se llama Javier Perote, me cuenta su experiencia en el desierto cuando una vez se perdía y tenía que pedir la hospitalidad de los dueños de una “jaima”.
- En el Sahara existe la esclavitud, Fernando –asegura-. No en los campamentos, porque el Polisario lo evita; pero sí en el desierto. Yo los he visto servir a los dueños y sus invitados, visten peor que ellos y se retiran a un rincón para comer…
Pero nosotros no nos perdemos. Vagamos por los alrededores de Bir Lehlu hasta que nos avisan de que ha llegado la hora. En contra de la costumbre habitual no tenemos que recoger nuestro equipaje.
Nos dirigimos a través del desierto al cuartel general donde nos espera el Ministro de Defensa. Nuestro convoy se detiene junto a la barrera de seguridad y Babáh habla con el soldado a cargo. Minutos después volvemos sobre nuestros pasos.
- No sé cómo se ha producido esta descoordinación –se excusa el Ministro-. Nos esperaban a las 5 y media.
Cenamos y volvemos a ponernos en marcha para asistir a una velada festiva que cierra los actos conmemorativos del 34º aniversario, con entrega de copas y de diplomas a lo soldados que han participado en las diferentes competiciones.
Hay cantantes que interpretan diferentes motivos que derivan hacia la reivindicación de la libertad para el territorio.
Un joven italiano –que despierta el aplauso del público-, vestido con el “darrá” del Polisario –el mismo que nos han regalado a nosotros- canta en hassani y despide su ejecución con la expresión habitual de muchos otros: “Sahara, hurra” –pronúnciese “jorra-, que significa, “Sahara, libre”.
El presentador hace notar nuestra asistencia a la velada. Así que nos levantamos a saludar. Luego me dice Babáh que me corresponderá entregar un premio:
- No sé muy bien –explica el Ministro-. Será un diploma y, a lo mejor, una copa.
Un soldado sube al escenario y su canción es más bien un mitin jaleado con entusiasmo por sus compañeros presentes. Uno de ellos enlaza los hombros del ejecutante con sendas banderas saharauis.
Nos presentan al Primer Ministro y al de Defensa, que nos recibirá sobre las nueve de la mañana, antes de que prosigamos viaje hasta Tifariti.
Subo al escenario y entrego el premio. A la salida, Carlos Rey bromea:
- Creo que es la primera vez que intervenimos en un acto militar…
Volvemos al cuartel. Es ya muy tarde y el madrugón nos espera también por la mañana siguiente. La rudimentaria puerta de nuestro dormitorio se cierra con una piedra y la luz se acciona desde el exterior. Cuando ya nos encontramos acostados la luz se enciende y apaga varias veces, hasta ue se apaga definitivamente. La noche agradecida se cierne sobre nosotros en un descanso que todos aprovechamos.

jueves, 8 de abril de 2010

¿Está escrito? (7)

Domingo, 28

Esa mañana la rutina del Sahara va imponiéndose sobre mi organismo. La visita al cuarto de baño se reparte entre menos ocupantes y puedo aprovechar unos minutos para un áspero afeitado con agua fría. Los medios aquí, en los campamentos, son limitados, ¿pero quién sabe lo que nos deparará Bir Lehlu y Tifariti?
En el desayuno de hoy han desaparecido los quesitos en porciones, a cambio hay más café con leche que repartir.
Aparece Salek Babáh, que apenas ha dormido unas horas después de acompañar a Rosa y sus habituales en el aeropuerto de Tindouf. El Ministro es hombre imperturbable y no se queja de los inconvenientes que le producimos.
Babá ocupa el asiento delantero del 4x4, que conduce el “hombre cansado” de que me hablaba el chófer nocturno de nuestra llegada. Detrás viajamos Nieves, Carlos y yo. En el otro Toyota va Jesús Prieto con Mohamed y un joven y parlanchín conductor. Este último, sobrino del Presidente, ha realizado sus estudios en Cuba y regresado al Sahara con una impresión agridulce: los estilos de vida son muy diferentes y él añora la isla que le dio cobijo durante un tiempo.
La relación de la RASD con Cuba se desarrollará durante una de nuestras cenas con los Ministros Babáh y Bobih. Este último, hombre prudente y que mide sus palabras como si le pudieran exigir un compromiso contractual en cada una de sus frases, nos dice que él no es capaz de realizar ninguna crítica al régimen de los Castro. Asume la necesidad de la liberalización o de la apertura del sistema, pero no parece dispuesto a avanzar una palabra más. Los dos dirigentes saharauis advierten que, para ellos, el cambio en Cuba no está cercano.
Para el chófer del otro 4x4 “Fidel es un tío majo”.
El viaje por el desierto recorre las pistas y los caminos que surcan las arenas amarillas y el coche parece a punto de desintegrarse cada vez que una hondonada nos sorprende, cada vez que golpea contra alguno de los obstáculos. Pero el Toyota es un coche duro, según uno de nuestros guías es el más resistente después de los “Land Rover” y hay hasta quien sugiere que se podría rodar un “spot” publicitario de la marca en estos parajes –“se trata de hacer más evidente la existencia de estos lugares y de su situación”-. Los Toyota son duros, pero el conductor es excelente también. “Se trata de un ex combatiente”, nos informa Babá. Y uno piensa en lo que debe suponer la condición de un soldado en guerra en este mundo sin perspectivas y en el que el horizonte está plano allá donde mires.
Porque el desierto es algo así como encontrarse en medio de ninguna parte. Y el silencio al que se une el viento suave –para los parámetros saharauis-, parece como si te recitara una extraña canción, una suerte de lamento al que se unen las voces perdidas de los hombres y las mujeres que un día habitaran esos paisajes uniformes, devueltos a tus oídos después de los años, en una especie de túnel del tiempo de los sonidos y de las canciones adormecedoras.
Hay un espejismo de los sonidos, como existe también el espejismo de las imágenes, que comprobaba después de nuestra parada en un casi improvisado albergue para descansar apenas unos minutos antes de reemprender viaje hacia el campamento militar. Pero nadie tema, que los sonidos del desierto no se parecen nada a los “cantos de sirena”, que los marineros medievales recomendaban escuchar al revés, para volver en positivas sus desastrosas predicciones. Son palabras que te susurran tus estados de ánimo, esos que decía Steimbeck te hablan del éxito o del fracaso según sea la situación psicológica en la que te encuentres.
Y en medio de esa nada aparece, primero una serie desordenada de vehículos parados -¿varados?-, luego una “jaima” y los coches se detienen junto a un alambre de espino que define los contornos que los vehículos no podrán atravesar, se supone que en caso de tormenta de arena. Carlos Rey apuntará con razón a que eso es lo más parecido que existe a una estación de servicio, pero en el desierto.
En el interior de la tienda nos ofrecen agua, Coca-cola, galletas… Y mientras que nos preparan el té saboreamos un pincho moruno de carne de camello que nos sabe a gloria después de las horas de “Rally París-Dakar” al estilo Tindouf-Bir Lehlu.
El dueño del “establecimiento” es un tipo amable –como lo son todos los saharauis sin excepción- y nos habla de la idea que tuvo de montar este negocio para cortar el trayecto entre los dos puntos. “Este final de invierno se soporta bastante bien”, reconoce. “Lo más duro es el verano, cuando las temperaturas se elevan por encima de los 50º”.
Regresamos a los coches. Es ya mediodía y lo ojos se cierran en una especie de “siesta del carnero” que te hace cabecear. Es difícil dormir en medio de la batalla de esos caminos descoyuntados, pero el sueño te invade y al abrir los ojos se descubren imágenes impensables en medio del desierto. Las gasolineras que decía Carlos se descubren en una especie de majestuosidad de formas modernas o aparecen enormes aviones con su morro apuntando hacia los coches o gentes que bailan las danzas rituales de sus pueblos de dondequiera que fueren… Son los espejismos de las imágenes que desaparecen en el momento en que concentras tu atención en el edificio que alberga la cafetería, en el reactor parado en medio de la arena o en la mujer de vestido colorido. El desierto aparece de nuevo en toda su aridez y el viaje se vuelve a sentir en los riñones y en los huesos, hasta que el ojo se cierra de nuevo y las imágenes, diferentes cada vez, retornan con la claridad de un engaño asumido.
Frente a nosotros, unos camiones y coches emprenden el camino de vuelta. Ya no hay espejismo: son los vehículos que transportan a las delegaciones -y sus enseres- que han participado en los actos conmemorativos del 34º aniversario. Y en seguida advertimos las construcciones blancas de Bir Lehlu.
Se detienen los coches. Bajamos y un hombre vestido con su “darrá” azul, elegantísimo, me saluda gritando mi nombre. Es Salek Bobih, el Ministro de Urbanismo de los Territorios Liberados.
Nos damos un gran abrazo. Y le digo:
Te prometí que vendría. Y aquí estoy

lunes, 5 de abril de 2010

Un debate con Carmelo Barrio

Dos años y medio después de abandonar el Partido Popular para afiliarme a Unión, Progreso y Democracia, asumía con particular agrado la tarea de asistir a una mesa redonde para debatir la situación del Sahara. La cita tendría lugar en Bilbao, la organizaba la Fundación Leizaola y los ponentes serían miembros de los partidos pòlíticos representados en el Parlamento vasco.
Sabía que Carmelo Barrio participaría en el acto. Carmelo –me lo decía el Ministro Babah en nuestro reciente viaje a los campamentos y a los territorios liberados- era su amigo, e era amigo del Sahara, por lo tanto.
Me senté a escuchar a otro amigo, a Bucharaya –el embajador del Polisario en España- que desgranaría la actual situación de su causa ante un público mayoritariamente universitario y generalmente callado.
Después daba comienzo la mesa redonda de los partidos.
El turno sería de menor a mayor, de modo que me correspondía a mí tomar la palabra el primero. Dicen que los debates los ganan los que los cierran, pero no deja de ser cierto que también los fijan quienes los empiezan. Esa debía ser por lo tanto mi función.
Comencé diciendo que el Sahara tiene muchos amigos, pero que no basta con ser amigos del Sahara. Los amigos –todos los amigos del Sahara- le ayudan a aguantar cotidianamente su situación. Lo hacen a través de fondos de cooperación y envíos de material que ellos puedan necesitar y que aquí ya no sirve –los 4x4 con el anagrama del Gobierno vasco que pudimos ver en el Sahara, por ejemplo-. Pero eso no basta. Es preciso –dije- trasponer la amistad en un apoyo efectivo a las reivindicaciones saharauis, que se expresan en el reconocimiento del derecho de autodeterminación para ese pueblo. Los principios de la política internacional de un país deben ser que queramos para los demás lo que queremos para nosotros, en primer lugar: si pretendemos para España una democracia plena no podremos reclamar un buen trato de los dictadores en el exterior; el cumplimiento de la legalidad internacional, en segundo, y esta viene determinada por las resoluciones de la ONU y el apoyo de los intereses de España, en tercer lugar. Y, por cierto, diré ahora que no estoy muy convencido de que los intereses de España quepa disociarlos de los dos principios anteriores.
Como podía prever, Carmelo Barrio se mostró de acuerdo con todo lo que se había dicho. Explicó todo lo que él había hecho por el Sahara, habló de la necesidad de “continuar la presión” sobre el asunto y alabó la unidad de las fuerzas políticas vascas al respecto. De su partido no habló, algún rabo de paja le quedaba oculto.
En mi corta respuesta, si bien critiqué más las increíbles palabras del representante socialista –que llegaría a valorar muy especialmente la necesidad de mantener buenas relaciones con Marruecos- repetí que no bastaba con ser amigo, que era preciso hacer algo más. Que me había enterado muy bien de la posición de Barrio, pero que nada había dicho acerca de la de su partido.
Carmelo se defendería principalmente de este ataque. Y agregó sobre sus palabras anteriores que había tenido la oportunidad de asistir a un encuentro con una autoridad marroquí y que “le había cantado las cuarenta”. Añadió también que UPyD no había estado presente en esa reunión.
- Carmelo Barrio es una persona elegante –dije yo en un turno de alusiones que pedí expresamente-. Por eso me ha extrañado que haga una crítica a una persona que no está aquí y que por lo tanto no puede defenderse. Pero Carmelo Barrio es un hombre elegante y no se lo tengo en cuenta.
Eso le descompuso. Pidió turno para decir que no había citado a nadie. No hacía falta: el único parlamentario vasco de UPyD se llama Gorka Maneiro.
Y apenas finalizado el acto, Carmelo Barrio abandonaba el local como impelido por una fuerza irresistible. Ni siquiera tuve tiempo de ofrecerle la oportunidad de compartir uno de esos vinos que se suelen tomar entre opositores ideológicos después de los debates y que contribuyen a mejorar la relación personal entre los intervinientes.
Pero tampoco eso se lo tengo en cuenta.