martes, 31 de mayo de 2011

Intercambio de solsticios (189)

Bilbao, 29 de junio de 2003.

Querida Lorsen:

Te escribo el día siguiente a tu séptimo cumplemés y alguno más a tu cuarenta y cinco cumpleaños. Las siete rosas rojas que he puesto junto a tus cenizas aguantan aún.
Esta semana ha transcurrido entre la constatación de que lo que te contaba la pasada no era una ocurrencia más, y otra serie de acontecimientos que te iré explicando a lo largo de esta carta.
No, se trata de una decisión precipitada. Lo hablaba con Eloy García, en Cuba: la vida no debe convertirse en un sinfín de actividades que sólo tengan el sentido de completar tu agenda diaria. Algo así como planificar tu existencia para llegar por la noche a tu casa, agotado, zamparte una pastilla de dormir y esperar a que llegue el día siguiente. No, la vida debe ser un elemento útil, y la utilidad son los demás. Pilar, principalmente, ya que tú no estás. Los demás pueden serlo también los ciudadanos a quienes tú representas, siempre que el partido te siga considerando útil. Pero una vez que todo eso acabe, como tú misma, como mi abuela Eugenia, habrá llegado el momento de marcharse.
Precisamente Rafa Balparda me decía el otro día que si quiero comprar una pistola no pida papeles sino que la consiga en el mercado negro. Sólo doscientas mil pesetas separan el trecho entre la vida inútil y ese más allá que en el fondo no es sino la repetición de lo que no fuimos hace decenas de años.
No quiero darte la monserga sobre este particular. Sólo hacerte ver que la decisión está tomada y que no es producto de una improvisación, que no me encuentro más deprimido que de costumbre –porque la depresión, lo decías tú misma, ¿te acuerdas?, no es sino una proyección cerebral de algo irreal: no se puede estar deprimido por las cosas que pasan verdaderamente; si tienes una mujer que se ha muerto hace siete meses, una hija en el hospital y dos escoltas, ahí no existe espacio para la depresión: eso es simplemente una putada, sin posibilidad de solución, además.
La semana ha resultado movida. Rafa Balparda me solicitó una entrevista con Jaime Mayor que yo le arreglé. En ella le dijo que A. D. había recibido cinco millones de pesetas procedentes de una empresa vinculada a Abra Industrial y que había un transportista que decía ser socio de C. I.. Las aguas están, como te puedes imaginar, bien revueltas, C. I. ha asegurado que tiene un crédito de 40 millones con el BBVA y D. no paraba de hablar con R. C. –el que tiene la melena esa de director de orquesta, pero que ha conseguido un puesto muy importante en la Administración Central.
El otro día fui a recoger a Bècaud en casa de tu padre y tuve una enganchada con Gaby. Yo les anuncié que iba a organizar una misa por ti en Roncesvalles, alrededor del quince de agosto, y que tu misa de aniversario sería en la parroquia de San Vicente. Ella ha contratado –por lo visto- misas todos los 28 de cada mes en Las Mercedes. El caso es que me gritó algo así como:
- ¡Pasa de mí!
Enrique, tu hermano, con Patricia y Macarena vinieron a Bilbao, para su habitual consulta, y comí con ellos. Christian ha pencado una asignatura, y aunque tiene derecho a repesca, ya no le puedo comprar la bici que le prometí –salvo que finalmente apruebe, claro..
El miércoles fue el último pleno antes del verano. Tuve cuatro intervenciones que creo que me salieron bien.
Pilar está muy bien. ¡Ya le han puesto la silla nueva!, aunque no tenga espacio para los brazos. Manda como ella sola, así que le he puesto el título de sargento. Inevitablemente –mi caso ya no es una excepción– nuestra generación ha pasado de la dictadura de los padres a la de los hijos. Por primera vez fue a verla mi hermano Pedro que se quedó muy gratamente impresionado con ella.
Todo huele a verano en estos días. Ya no existe apenas actividad. Pero yo tengo dos viajes a Madrid.
Hoy me encuentro algo mejor de moral que el día pasado. Pero las cosas que he dejado escritas no lo han sido porque sí.

Un beso muy grande, guapa.

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