miércoles, 8 de junio de 2011

Intercambio de solsticios (195)

Arrechea, 12 de agosto de 2003

Querida Lorsen:

Esta es la primera carta que te escribo desde nuestra casa de Arrechea, donde estoy pasando unos días de vacaciones huyendo del calor insoportable que sufro en Bilbao y especialmente en el apartamento.
Mi llegada a Bilbao fue ciertamente muy difícil. Acostumbrado a una temperatura corporal de 25 grados, pasé a los cuarenta y cinco en sólo un par de horas. El caso es que tuve una especie de “salmonella” que concluyó el día siguiente. Encontré muy bien a Pilar, a tu padre preocupado con su hernia –aunque nunca se sabe con él dónde termina el cuento y empieza el sufrimiento de verdad- y a Gaby bien pero obsesionada –esa es una constante habitual entre las mujeres Von Lorensen- con el abandono de Maruri de Jaime Larrínaga.
Salí de Bilbao para participar en una escuela de verano en El Escorial. No estoy muy contento con mi actuación. La verdad es que no me encuentro bien anímicamente y las elevadas temperaturas me hacen profundizar en la depresión. Lo cierto es que no me expliqué adecuadamente. Es verdad que después de la cena, tomamos una copa y nos fuimos a bailar. Rosa Díez es una mujer marchosa donde las haya y aunque abandonó el grupo relativamente pronto, el resto aguantamos hasta más allá de las cuatro de la madrugada.
El día siguiente comí en Madrid con mi primo Alfonso Zunzunegui, que ha perdido sus vacaciones de agosto por atender a una hija suya que está saliendo de un proceso de drogadicción. Me sorprendió el número de coincidencias que tenemos, claro que yo tengo unos 25 años menos que él, nos quedamos viudos prácticamente con la misma edad y –me lo reconoció- él padeció como consecuencia una aguda depresión –yo voy hacia ella de forma más o menos clara.
Afortunadamente en Arrechea se respira. Por la noche refresca aunque todo el mundo evita estar en la calle en las horas centrales del día. Yo salgo a pasear hacia las diez o diez y media de la mañana y a las ocho.
He encargado ya la misa por ti en Roncesvalles para el próximo martes. Coincidirá con la del peregrino, por la tarde.
Apenas he visto a veraneantes. Sólo a tu amiga Cristina Rodríguez, que tiene una exposición en el centro de cultura del pueblo, y me ha llamado Fina Villalonga. Quizás hoy les dé por pasar por casa a todos. Procuraré evitarlo, si puedo.
Te seguiré contando lo que pase. Es inútil decirte que todo son recuerdos tuyos, que te echo infinitamente de menos y que te sigo queriendo cada vez más.

Como siempre, un beso muy grande.

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