viernes, 15 de julio de 2011

Intercambio de solsticios (214)

- Excuso decirte que Leonardo Jiménez saliía un tanto escaldado de la reunión con su primo –proseguía equis que ya había agotado su primera copa de coñac y hacía ademán al camarero de La Alpujarra de que le sirviera otra. Para Brassens, no. No necesitaba de nada.
- Así que Leonardo telefoneó a su hermano Raúl y le fue a ver para contarle sus impresiones de primera mano y de reciente producción –continuba equis en un tono ciertamente grandilocuente.
- ¿Qué le dijo este? –preguntaría Brassens.
- Sólo le pidió tiempo para pensarlo –contestó equis-. Pero Leonardo lo encontró muy preocupado.
Equis se dirigió entonces hacia el cuarto de baño. Pero antes de eso golpeó ligeramente el hombro de Brassens para advertirle:
- La historia sigue. No te vayas todavía.
- No tenía ninguna intención –contestaba su interlocutor.

A su regreso, equis encontraba su segundo coñac servido sobre la mesa primorosamente limpia.
- Después de esta copa a lo mejor nos damos una vuelta –sugirió Brassens.
- ¿Te estoy aburriendo? –preguntó equis.
- Nada de eso. Sólo que ya noto el trasero bastante incómodo, la verdad.
- No te preocupes. Así lo haremos –prometió equis. Pero permíteme que prosiga.
- Adelante.
- Pasados un par de dias desde aquella reunión, Raúl y Leonardo tenían previsto asistir a una conferencia en el Círculo de Bellas Artes –empezaría equis-. De modo que decidieron dar un paseo mientras dedicaban su atención al asunto.
- He estado oensando mucho en lo que me has venido contando –empezó Raúl, mientras que Madrid se iba sumergiendo en la oscuridad del final del invierno-. Y creo que no conviene que se lo digamos a mamá. Se pegaría un disgusto impresionante.
- Desde luego –convino Leonardo.
- Pero sí creo que habría que decírselo a los hermanos –continuó Raúl.
- Entonces Leonardo torció el gesto.
- Me parece que no –dijo este-. Pienso más bien que sería conveniente continuar por nuestra parte hasta saber si la historia tiene suficiente entidad. Si es así, lo pondremos en común con el resto de los hermanos. De lo contrario, echamos el carpetazo y ya está.
- Raúl escuchaba atentamente las consideraciones de su hermano. Al final repuso.
- Por lo menos habrá que decírselo a Carmen –propuso Raúl.

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