miércoles, 3 de agosto de 2011

Intercambio de solsticios (221)

- Quería hablar con el Consejero de Interior –pidió Romerales.
- ¿De parte…?
- Soy el Consejero de Interior del Distrito de Chamberí.
- Un momento.
Algunos distritos del viejo Madrid disponían de una especie de teléfono rojo que conectaba a los principales dirigentes de los mismos. La labor de Jorge Brassens, ideada para preservar la comunicación entre las respectivas juntas de barrio, constituía una medida a favor de la paz: cualquier malentendido podía resolverse a través de la palabra.
En esta ocasión, sin embargo, la palabra era antesala de una escalada de tensión más que previsible.
Romerales veía pasar el tiempo sin que alguien se hiciera eco de su petición. El “walkie” de frecuencia cifrada se diría que echara humo sobre su exhausta cabeza después de una jornada tan larga de trabajo que, además, parecía no tener un fin previsible.
Cortó la comunicación y volvió a marcar el código de Chamartín.
La misma conversación. El mismo resultado. Colgó por segunda vez.
Romerales pensó que la declaración de hosilidades sólo debía esperar a una tercera llamada infructuosa.
Pero en esta ocasión la persona que le atendió al otro lado de la línea se deshizo en un aluvión de excusas.
- Ahora le paso. Disculpe, pero se nos ha cortado dos veces.
Cristino se armó de paciencia: la prudencia era un valor elemental en esos casos.
Aún así debió esperar un par de minutos más.
Un carraspeo que Romerales no pudo determinar si se producía en la comunicación o se trataba de una expectoración humana. Y luego la voz extrañada de Cardidal:
- ¿Sí?
- Soy Cristino Romerales.
- ¡Ah, Cristino? ¿Cómo va eso?
¿Despiste o cinismo?, pensó para sus adentros el consejero de Chamberí.
- Bien. Si no fuera por vosotros –contestó gravemente este.
- No entiendo. ¿Por nosotros?
- Supongo que sabes que tenéis a mi número dos en vuestro poder.
- ¿Tu número dos?
- Sí. Mi número dos. Sidi Ben Bachat, el antiguo delegado saharaui en Madrid.
- Pues la verdad es que no lo sé, Cristino. Tal y como están los tiempos, aquí entran y salen un montón de personas todos los días.
- Supongo. Pero no todas esas personas son el jefe de la policía del distrito vecino.
- Ya te digo que no sé nada –contestó Cardidal sobreactuando-. Lo único que te puedo prometer es que lo voy a comprobar.
- Bien. ¿Cuánto tiempo te va a llevar esa comprobación? –preguntó Romerales concediendo un cierto retintín a la última de sus palabras.
- Espero que un par de horas.
- Demasiado tiempo para saber si Bachat está a cincuenta metros de donde estás tú…
- ¿Te crees que es tan fácil?
- Sé que es más fácil. Pero esperaremos.

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