lunes, 26 de septiembre de 2011

Intercambio de solsticios (242)

Damián Corted llegó al despacho de Cristino Romerales demudado por las prisas. Su habitual aspecto, mesurado y pulcro, había desaparecido por el momento. Vestido con su pantalón y chaqueta del día anterior, una camisa arrugada y sucia… el viejo coronel no estaba, desde luego, en perfecto estado de revista. Por lo tanto, su expresión no ofrecía una excesiva complacencia para consigo mismo. Y es que los tiempos no daban para más.
- He venido en cuanto me lo has pedido. ¿Qué está pasando?
Romerales le ofreció una silla y un vaso de agua.
- Te acepto lo de la silla. En cuanto a lo que se refiere al líquido, a lo mejor prefiero un whisky. Supongo que lo que me vas a contar se merece algo más duro…
El Consejero de Interior de Chamberí observó con una sonrisa de inteligencia a su interlocutor. Él no bebía salvo chambe-colas, pero siempre disponía de algún que otro espirituoso.
- ¿Escocés?
- Bueno. Eso son palabras mayores. Desde que nos quedamos sólo con la destilería de DyC lo único que hacemos es envenenarnos…
- ¿Y un poco de hielo?
- Todas las piedras que puedas –pidió Corted.
Romerales le sirvió un generoso trago. El coronel bebió un terció de su contenido de un solo golpe.
- Vamos a ello –pidió Corted, algo más animado ya.
Cristino Romerales iniciaría su relación. Hablaba rápidamente y con amplios gestos corporales. Declamaba como un actor en el teatro, sólo que acompañaba el final de casi todas sus frases con la pregunta: “¿Vale?” A lo que su interlocutor respondía siempre que sí, aunque en realidad esperaba a que concluyera la narración para ofrecer su punto de vista. Un final que parecía que no llegaría nunca.
- ¿Y bien? –preguntaría el coronel, intentando con curiosidad establecer un término a la explicación.
- Bueno –dijo por fin el Consejero-. En realidad, yo creo que esto es, más que un “casus belli”, una operación tipo GEO’s.
- Ya. ¿Y tenemos esa cosa?
- De momento yo no tengo nada de eso –contestó Romerales clavándole su mirada.
- No sé. ¿Y por qué crees que yo puedo hacer algo de eso?
- Bueno… ¿no estuviste en el CESID?
Corted se retrepó en el asiento y bebió de un trago el resto del whisky.
- ¡Ya! Por eso querías verme. Lo que pasa es que eso no se improvisa…
- Claro. Me hago cargo. Pero es que cada vez que lo pienso más, creo menos en que resulte una buena idea lo de desplegar las fuerzas en la frontera.
- Desde luego… hay que saber lo que se hace después con ellas.
- Mira, Damián. Como sabes, no hemos necesitado nunca de un cuerpo de élite y además hemos estado pendientes de muchas otras cosas… pero eso es algo que ni siquiera se imaginan.
- Tampoco Bachat –sugirió el coronel.
- Tampoco él, desde luego.

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