lunes, 14 de noviembre de 2011

Intercambio de solsticios (268)

- ¿Y cuál era la solución que había ideado Leonardo Jiménez para el caso de que esa rama de los de Vicente se descolgara del asunto? –preguntó Brassens, que prefería avanzar más rápidamente en la historia.
- Todo llegará a su tiempo. Te ruego paciencia –contestó equis, con el ademán de ordenado francés que en habitaba en él.
- Bien. Prosigue entonces –le animó Brassens.
- Quedarían los tres en una cafetería del centro, muy cercana al despacho de Raúl Jiménez y de la casa de Salvador de Vicente –empezó equis-. Leonardo, de acuerdo con su costumbre, llegó el primero y se sentó en una de las mesitas que tenía el establecimiento al lado de la barra. He de hacerte la precisión de que Leonardo era un chico bastante conocido, a causa de sus múltiples ocupaciones, y que fue abordado en ese momento por un abogado cordobés que se estaba tomando un “gin-tonic”, para acabar el fin de semana, según le dijo; y le pidió que se uniera al grupo con el que el cordobés se encontraba.
- Supongo que Leonardo se negaría a ello –comentó Brassens.
- Desde luego –aseveró equis-. Aunque le dijo sin embargo que esa copa en su compañía le apetecía bastante más que la gestión familiar que le iba a corresponder.
- ¿Y?
- Nada. El abogado originario de Córdoba se lo quedó mirando con expresión un tanto perpleja, pero no quiso insistir. Pronto llegó Raúl y se sentó junto a su hermano. No les dio apenas tiempo de pedir nada, en muy poco tiempo llegaría Salvador.
- Bien. Se sentaron, encargaron algo y uno de ellos tomaría la palabra –empezó Brassens.
- Bueno –puntualizó equis, observando con expresión grave a su amigo-. Salvador llegó al poco tiempo. Vio dónde se habían instalado sus primos y sugirió que subieran hacia el comedor del local, que se encontraba bastante más tranquilo. Leonardo objetó que en ese lugar no les servirían nada… Aquí hay servicio en todas partes, le contestó Salvador. Así que subieron las escaleras para encontrarse con que no había nadie.
- ¿Cómo empezó la cosa? –preguntó Brassens.
- Encargaron las bebidas y hablaron un poco de las cosas de la salud de los componentes de la familia –informó equis.
- ¿De su tío Juan Carlos de Vicente? –preguntó Brassens.
- No de este no. De otros miembros de la familia. Luego llegaron las bebidas –continuó equis para no ser interrumpido-. Y después de tomar un primer trago fue Raúl quien hizo uso de la palabra. A Leonardo le sorprendió eso. Como te he venido contando, el viernes anterior apenas había dicho nada. Se diría que en esta ocasión se quería desquitar.

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