jueves, 3 de mayo de 2012

Intercambio de solsticios (354)

Lorsen está obsesionada con la idea de la primera comunión de Pilar, así que decide pasar a una de las más difíciles de entre las ofensivas que tiene este asunto: la propia Pilar. Durante una visita que le hacemos ella y yo, su madre le habla de Eugenio, que es como se llama el cura. Según mi mujer es amigo mío. A pesar de que yo no le conozca. Lorsen quiere que nuestra hija no sienta un rechazo previo en relación con el sacerdote. Yo hago un gesto de extrañeza y Pilar lo nota perfectamente. En todo caso tengo muy claro que no le voy a seguir el juego. Pilar me mira fijamente y mueve repetidas veces la cabeza en señal de rechazo. Su negativa evidencia además la incomodidad que siente la niña en esos momentos, porque se agita violentamente y con furia -algunas veces yo mismo he puesto mi cabeza al lado de la suya durante estas agitadas expansiones, y puedo asegurar que el golpe resulta contundente-. Lorsen hace a su vez todo tipo de aspavientos para que acepte que Eugenio es mi amigo. Entre dos mujeres que reclaman de mí una decisión yo me mantengo en mis trece: No le conozco, de modo que no puede ser mi amigo. Intento en todo caso reconducir la situación. “¿Quieres que le regalemos un ejemplar de mi libro de tu parte?”, le pregunto. Pilar es una niña generosa –es verdad, aunque lo es siempre bastante más en relación con las cosas que son de los demás, suele ocurrir a menudo...- y me contesta que sí. Ahora no tiene escapatoria. “De acuerdo –reflexiono en voz alta-. Entonces ¿cómo vas a negarte a recibir a una persona a la que has regalado algo?" Vencida por la evidencia del argumento Pilar va perdiendo convicción en sus movimientos de rechazo y cesa en ellos. Finalmente su cabeza reposa tranquilamente sobre el extremo de su cama de hospital, ligeramente levantada de la horizontal.. Sin recurrir a la mentira he conseguido reconciliar a mis dos mujeres con sus criterios previos. Y es que estoy convencido de que a la niña no se la debe engañar. En cualquier momento ella se daría cuenta del ardid y eso le produciría una importante desazón de efectos imprevisibles. No hay que olvidar que está atravesando en la actualidad por la complicada fase de la adolescencia. Pilar se encuentra en un hospital; tiene una serie de funciones orgánicas limitadas, si se quiere atrofiadas por la ausencia de su uso. Pero no es tonta, ni retrasada. Nada de eso...

No hay comentarios: