viernes, 4 de mayo de 2012

Intercambio de solsticios (355)

- ¿Y qué le decían. Que sabían que estaba dolido. Pero que eso no le haría olvidar que cuando las había necesitado, estaban “ahí”, a su lado, ayudándole. ¿Y era verdad? Bueno. Se parece un poco a tu caso con tu hija –respondió vagamente equis. Ya entiendo. Luego, las dos hermanas Jiménez se dirigían a Leonardo –explicaría equis. ¿Y qué le decían? –preguntó Brassens. Luego, como la que firmaba era Carmen, decía que le había encantado participar en su boda, que sé que os hicimos cambiar la organización y que fue maravillosa. ¿Qué había pasado? Primero, que Eugenia Jiménez no había querido asistir a la boda y no ofreció a su hermano ninguna explicación de su actitud… ¡Qué raro! Y no te creas que fue el único. Tampoco lo hizo otro de sus hermanos… ¿Y no dio tampoco explicación? –preguntaría Brassens. Tampoco. Lo segundo. Que primitivamente Leonardo quería casarse a la americana. Ya sabes: aquí te pillo, aquí te mato… tipo Las Vegas. El caso es que eso disgustó mucho a su madre, y al final acabaron casándose con madres y hermanos y algún amigo… No con todos los hermanos, según veo. Está claro. Ya. ¿Y qué más? Luego venía la despedida. Hablaban de cariño, que agradecían a la mujer de Leonardo sus sentidas líneas que ellas entendían perfectamente y terminaban diciendo que les querían mucho. ¿Y cómo se lo tomaron? –preguntaría Brassens. Bueno. Yo creo que el asunto estaba zanjado. Ella no esperaba contestación, pero la tuvo, y preguntó a su marido si quería que respondiera a ese correo. Él la recomendó que no lo hiciera. Y no lo hizo, supongo. Ahora podríamos pasar al siguiente capítulo… No, no lo hizo –admitió equis-. El siguiente capítulo se produjo el 27 de febrero de 2.011. había pasado mucho tiempo desde que se había comprometido a ello, pero finalmente Alberto Jiménez hacía llegar a sus hermanos la comprometida por él hoja de cálculo. Un poco tarde… Lo que pasa es que finalmente Alberto Jiménez había alquilado un apartamento y esa ocupación era la causante, según él, del tiempo de más pasado en la preparación de ese estudio… ¿Y qué decía este? Poca cosa. Como todos los documentos de este tipo señalaba los ingresos y gastos que afectaban a su madre de un modo concreto. Ya era un avance. ¿Nadie lo había hecho hasta entonces? –preguntó Brassens. Nadie.

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