jueves, 31 de mayo de 2012

Intercambio de solsticios (370)

Quieres una reunión con los hermanos en Valladolid, continuaba diciendo Santiago a Leonardo. Eso no va a ser fácil, decía. Primero, porque había, según él un problema de logística. No era fácil, por lo menos para Santiago, ir a Valladolid a una reunión. Segundo, y para él lo más importante, porque los demás no querían una reunión. No quieren, decía Santiago, que su madre se asuste y no creen que sea necesario… ¡Ya estaba otra vez con esa milonga! –exclamó Brassens. Bueno –contestó equis. Eso decía nuevamente. Y agregaba que eso era así y que Leonardo no debía tomárselo mal. ¿Y qué más? Que si Leonardo quería, él le invitaba a una casa de veraneo que él tenía, o que el mismo Leonardo le invitara a él. Y sugería fechas, en julio. Y concluía diciendo que le había hecho una propuesta a Leonardo y a todos los demás hermanos. Se trataba de que él comprara el apartamento del barrio de Salamanca al precio que le marcaran… ¿Eso decía? ¿Al precio que le marcaran? Sí decía eso –contestó equis-. Pero se supone que dentro de un orden. Y seguía con que la contestación de Leonardo era que él quería previamente una reunión que nadie más quería. Santiago entendía que su respuesta era que no. Que era su derecho, que lo respetaba y que no se enfadaba… - ¿No? - Bueno. Se supone que sí. Y terminaba diciendo que si el tema se planteaba en el futuro, simplemente se lo recordaría y le diría lo que en ese momento él podía hacer. - ¿Capítulo final? –preguntaría Brassens. - No te alarmes, que ya estamos llegando –dijo equis echando una mirada de reojo a su reloj-. Ahora viene la contestación de Leonardo. - Bien. Vamos a ella. - Leonardo decía que, a pesar de la difícil comunicación, él creía que la conversación había sido clara y que no se trataba de un asunto entre los dos hermanos sino que concernía a TODOS y a la situación de ingresos y gastos de su madre, a todas luces desproporcionada y digamos que, por aquello de no resultar agresivo, susceptible de una mejor gestión. - Ya. - Una reunión entre hermanos, cntinuaba Leonardo, nunca debería constituirse en un problema, sino en una oportunidad para analizar los problemas y resolverlos. Leonardo coincidía con su hermano en que no existía demasiado ambiente para ello, recuerdas bien, le decía, que en todas las ocasiones en que las habían pedido Raúl y el mismo Leonardo y a veces otros hermanos más, como ocurriría en el caso de tío Juan Carlos o de su madre, os habéis y se han negado en absoluto. - Le implicaba. - ¡Claro! ¡Si es que Santiago hacía como que la cosa no iba con él: eran los otros hermanos los que nunca querían. Leonardo quería dejar en evidencia que a él no le podía ir con eso… -afirmó equis-. Te insisto, agregaba, en que nada malo hay en que se reúnan los hermanos y que siempre se preguntaba por qué no había voluntad de hacerlo. - Buena pregunta. - Y acababa refiriéndose al inciso final del correo de su hermano.

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