lunes, 25 de noviembre de 2013

La Garua de Bracacielo (14)


Una ultima entrevista tendría Federico Barrientos con responsables de fundaciones culturales. Seria con la mujer de un amigo suyo, a la sazón biznieto de un importante pintor vasco, que contaba con amplios conocimientos en materia de gestión cultural.
Su consejo fue que deberían profesionalizar al máximo la gestión, cuidando muy especialmente los intereses de patronos y "sponsors". Le insistió mucho en que siguieran el modelo de las instituciones culturales americanas.
Recogido este amplio abanico de posibilidades, Barrientos daría comienzo al segundo de los asuntos que, de acuerdo con Ronnie San Bonifacio, debían emprender: el relativo a la financiación del proyecto.
La viuda de un primo suyo era, a su vez, prima de un importante financiero de Santander y hacia ella dirigía Barrientos sus primeros pasos. A tal efecto montaría un encuentro entre ella y San Bonifacio que se desarrollaría de forma más que grata. Sin embargo, su prima no quiso implicarse directamente en el asunto y solicitaría de Barrientos una gestión con la esposa del financiero, mujer volcada en la actividad cultural.
Parecía evidente que, a pesar de la cordialidad del encuentro, la señora se estaba quitando de en medio. Pero Barrientos decidía seguir la pista que ella le había propuesto.
Para ello tomaría contacto con un contra pariente bilbaíno, cuñado por matrimonio de la mujer del financiero. Este se vio sorprendido por la iniciativa de la familiar de Barrientos pero se mostró dispuesto a organizarles una reunión con su pariente política.
Llegado el día, San Bonifacio y Barrientos se personaban en las oficinas de la Fundación presidida por la esposa del financiero cántabro, descubriendo con no poca sorpresa que dicha señora no estaba presente en la reunión y que tampoco se la esperaba.
Resultaría también un encuentro cordial, pero sin expectativa de desarrollo alguna: el principal banco español, con florentina habilidad, había llevado el asunto al dique seco.
En cuanto a la segunda entidad financiera, era esta la que sobre el papel resultaría la más indicada para entrar en el proyecto. Su denominación hacia referencia al doble ámbito territorial del municipio y la provincia en las que Andrés Ibarra desarrollaba principalmente su actividad artística. Sin embargo, la secretaria de Ronnie tenía una amiga que era también secretaria -y de dirección- de ese banco. Su opinión respecto de la posible implicación del banco vasco en el proyecto seria tajante: no entrarían; y presionados a ello, lo harían, pero con una cantidad muy corta.

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