miércoles, 21 de mayo de 2014

Conversación en Florencia (7)



- Las cosas como son, si te parece. Hace unos cinco años os pedí una reunión para analizar el caso del tío Luigi. Todas las informaciones que teníamos indicaban que estaba siendo estafado por su secretaria y que en eso podría haber una connivencia entre esta secretaria y su hermano, el tío Francesco...

- Y te equivocaste...

- ¿Porque al final el tío Francesco ha aceptado entregarte un legado del tío Luigi que a lo mejor no te correspondía? Me parece que no te das cuenta de que eso es una jugada maestra, por su parte... Y, pensando en lo justo que es de neuronas el tío Francesco me da que también está detrás de eso la secretaria.

- Dices que no me correspondía... -replicaba Angélica con un gesto de reprobación un tanto teatral.

Ahora era Da Vircunglia el que rechazaba la afirmación con un gesto desdeñoso de su mano.

- Lo digo por lo que tú ya sabes perfectamente. La decisión del tío Luigi era sólo una anotación en un papel. Ni siquiera estaba firmada.

- ¡Ah! ¿Lo dices por eso? -preguntaría ahora Angélica, derrotada, aparentando un femenino desconocimiento de las cosas prácticas, que para nada constituía una característica en ella.

- Por eso lo digo, sí.

Angélica bebió un sorbo de la bebida, hizo el correspondiente mohín de desagrado y paseo su mirada por el salón, como si pudiera desviar la conversación hacia un asunto menos polémico.  No encontró, sin embargo, más que objetos desordenados en un piso de hombre soltero. Y además, ella se encontraba un tanto enfadada ante la actitud de Alfonso, así que se dio un tiempo, el suficiente, para encontrar un pitillo en su bolso y preguntar:

- ¿Te importa si fumo?

Da Vircunglia hizo otro gesto de desdén. Algo así como, "allá tú si quieres arruinar tu vida, no es la mía".

No hay comentarios: