jueves, 26 de junio de 2014

Mis vacaciones con Aski (1)


En lo que algunos llaman el norte de Arrechea, Aski es un viejo conocido de todos. Y es que Arrechea es un pueblo largo, aunque pequeño, como todos los pueblos que están construidos a lo largo de una carretera. Y Aski corretea por los prados de esa parte septentrional de Arrechea como Pedro por su casa. Especialmente por la zona que comprende la casa de sus amos, la del chalet contiguo y la del nuestro. Producto de una misma finca, luego segregada, el terreno ha establecido límites con la carretera, pero no entre las respectivas parcelas, por lo que Aski considera que todo ese prado es suyo. Y lo recorre con sus patas cortas, pero agilísimas. Y lo defiende.

Pero también llega Aski hasta el hotel Erro, pasando por los apartamentos -un antiguo edificio, dividido en pequeñas viviendas donde habitan mayormente veraneantes o residentes ocasionales-. Claro que para pasar de su prado al hotel, Aski debe por necesidad sortear algunas vallas divisorias. Claro que no es posible ponerle puertas al campo y Aski siempre encuentra una vía para pasar de un lado a otro.

A Aski le interesa vivamente el hotel Erro, aunque diría más bien que le interesa todo. Pero de una manera especial el referido hotel. Pequeño, vivaz y simpático, Aski se ha hecho amigo del cocinero del establecimiento y este le ofrece todas las mañanas una suculenta ración de riquísimas sobras rescatadas de la cocina.

Quizás por eso, en los tres años de su vida, Aski ha recorrido con más frecuencia el espacio de terreno que media entre su casa y el edificio del Erro. Y es que, campos todos, los que te dan d comer son más importantes que los otros.

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