miércoles, 23 de julio de 2014

Mis vacaciones con Aski (8)


Y las visitas de Aski se hacían cada vez más frecuentes. Se atrevía con el salón, subía a los sofás y comía jamón York como un descosido. Y pasaba ya, prácticamente , todo el día con nosotros, además del paseo de la mañana.

Mis siestas eran sus siestas. Y, cuando me disponía a abrir mis libros o a trabajar en mi ordenador durante la larde, el perrito acompañaba mi trabajo durante un rato. Pero, a poco de dar las 6 en el reloj de la iglesia, el teckel se ponía a ladrar y a gruñir. A buen entendedor..., ya se sabe:el perrito estaba reclamando su paseo de la tarde.

Se trataba siempre de un paseo más liviano que el matutino. Pero Aski obedecía mis instrucciones y estaba siempre pendiente de mis evoluciones. O casi siempre. Hay un momento en el que le controlas, que es el segundo en el que el teckel duda de sí arremeter o no contra el rebaños de ovejas que pastan en el prado. Sí en ese  segundo le ordenas que no ataque al ganado, te obedecerá. Pero como dejes pasar ese segundo, ya no hay remedio: el instinto se habrá apoderado de él y sólo cuando se sienta íntimamente satisfecho -quince o veinte minutos después- el perro volverá hacia ti y tu obediencia.

Cuando llegaba la noche, una vez que el perro había perdido todos sus recelos respecto de los moradores de nuestra casa y abrigado el cariño correspondiente, ya no hacia caso de las llamadas de los hijos de su dueña, requiriendo que volviera a su casa. Y como sabían estos de sobra que se encontraba con nosotros, se venían hacia nuestro jardín para recogerlo.

Hubo una noche en la que yo salía de la casa. -yAski detrás de mí, como era natural-  atendiendo las voces de mis vecinos. Había un coche aparcado junto a la entrada, y el perro -sabiendo sin duda que había llegado el momento de abandonarme y sin ninguna ilusión de hacerlo- se escondía debajo del vehículo. Tuve qué sacarlo, cogerlo en mis brazos y entregarlo a su dueño, en tanto que recibía una triste mirada. Por su parte y, por la mía. Me asaltaba también la desazón por su marcha.

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